David Coverdale, cantante de Whitesnake, durante su actuación en la madrileña sala La Riviera.
- La banda inglesa de hard-rock ofreció un vibrante concierto en Madrid.
- David Coverdale, su líder, desató su vena más provocadora y sensual.
- Sol Lagarto, los teloneros, dieron un recital del rock y blues.
La descarga de
Whitesnake, absoluto icono del hard-rock de los 70's y 80's, se avecinaba, y nadie quería perderse detalle. Sol Lagarto ofreció un notable dominio del rock y el blues más clásico y atemporal
David Coverdale y compañía, por cortesía de Last Tour International, se encuentran presentando Good To Be Bad,
dignísimo disco editado este año. Los amantes de Whitesnake, en líneas
generales, han reaccionado positivamente a este álbum, pese a que no
llegue al nivel de las grandes hazañas de la banda en sus primeros años
de trayectoria, y había mucha expectación por ver su estado de forma
actual.Antes, la banda catalana Sol Lagarto
se encargó de calentar el ambiente, y pronto dejaron claro que la
etiqueta de grupo telonero se le queda pequeñísima. Los afortunados,
pocos, que sabíamos de sus existencia y conocíamos su obra éramos
conscientes de que
Ernest, Ramón, Uri, Fran y Norman está en su mejor momento, con un disco como Prorrogado que es una pequeña delicia.
Además, sus últimas actuaciones ya mostraban a una banda impecablemente
compenetrada, y con un notable dominio del rock y del blues más clásico
y
atemporal. Pues bien, la inmensa mayoría del público, que ansiaba ver
en acción a Coverdale y que no tenía demasiadas referencias de lo que
veía sobre el escenario, acabó rendida a Sol Lagarto.
Palabras Invisibles, Mundo Circo, Vampiros... muchas de sus piezas más redondas fueron cayendo y
convenciendo a los exigentes paladares de los fans de Whitesnake, que
acabaron contagiados de la extraordinaria energía que el grupo
derrochaba, y que les augura un futuro bastante prometedor, con un
nuevo disco que parece inminente.Mientras la música española se
hunde poco a poco en el fango de los ritmos latinos más apestosos, el
pseudo-rock más perfumado y el pop más insustancial de los figurines
prefabricados por las cadenas de televisión y el Corte Inglés,
siempre nos quedará un grupo tan real y emocionante como Sol Lagarto.
Para quedarse El
listón estaba alto, y cierta incertidumbre se respiraba entre el
público después de esta actuación por saber si Whitesnake ofrecerían un
concierto convincente, pero la
simple irrupción en escena de David Coverdale disipó las dudas: esta bestia del rock ha vuelto para quedarse. La sensibilidad y la inspiración de obras magnas como
Ready And Willing o
Saints And Sinnersquizá no regresen jamás, y la fijación (lógica) de Coverdale por
formaciones tan inmensas de los 90's como Alice In Chains o Soundgarden
han restado cierta personalidad en el sonido del grupo, que ahora es más metálico y denso y menos blues, pero hay temas que siguen sonando a gloria. Para empezar,
Best Years, corte inicial de
Good To Be Bad,
irrumpió como un trueno en La Riviera. Y Coverdale, obviamente, acaparó
todos los focos. Tiene 56 años, y su avejentado rostro le delata, pero s
u aura de frontman egomaníaco y fornicador se mantiene intacta. Destacaron dos clásicos: Fool For Your Loving y Here I Go
No tanto su voz, que no alcanza los agudos de antaño, pero es un placer
verle fiel a sí mismo, a diferencia de otras estrellitas que naufragan
en el limbo, y contemplar sus movimientos de tigre en celo, con
lengüetazos
y obscenos magreos de micro incluidos. La sala se vino abajo,
naturalmente, con los cásicos del grupo, entre los que destacaron
especialmente dos:
Fool For Your Loving y
Here I Go,donde la banda estuvo especialmente inspirada. También hubo momentos
netamente prescindibles, como los infumables solos de guitarra y
batería, orientados a buen seguro a que Coverdale respire, y
algunas imágenes un poco chirriantes, como la de la improvisada
celebración del cumpleaños del bajista, con tarta y muñeca hinchable, y
la de Coverdale abanicándose como una cantaora al borde del colapso.Por lo demás, y con
Burn como
volcánico cierre del concierto, nada que objetar. Esta formación, pese
a que Doug Aldrich es un guitarrista bastante cumplidor y carismático,
está a bastante distancia de la original, y
Coverdale jamás
será ese huracán que fue, pero creo que mientras podamos continuar
escuchando esta colección de temas en directo durante algunos años más y seguir disfrutando de álbumes tan decentes como
Good To Be Bad no debería de haber motivos para la queja.